Aun cuando no todas las personas son capaces de
recordar que han soñado, lo cierto es que todos tenemos sueños cuando dormimos.
Durante siglos los científicos se han preguntado qué función cumple este
fenómeno, y parece que finalmente se ha desvelado el misterio: soñar es como
pensar, pero de forma diferente al tipo de pensamientos que tenemos estando
despiertos.
Todas las personas sanas sueñan. Aun cuando una buena parte de ellas son
completamente incapaces de recordar el “argumento” de sus sueños, todos los
humanos utilizan un porcentaje del tiempo que permanecen dormidos para soñar.
¿Por qué soñamos? ¿Qué función cumple este fenómeno? Esa es la pregunta que la
humanidad de ha hecho desde el principio de los tiempos. Se han arriesgado
interpretaciones de todo tipo, aunque ninguna ha logrado conformar a todo el
mundo. Algunas sociedades primitivas -y no pocas modernas- creen que al soñar
se tiene contacto con los espíritus o que, de alguna forma mágica, nos serán
revelados los números de la lotería. Otros han propuesto que los sueños
reflejan traumas o angustias que no somos capaces de expresar conscientemente,
cuestiones que nuestro cerebro es incapaz de tratar estando despierto y que
enfrenta solamente cuando dormimos. Pero parece que hay un nuevo enfoque bajo
el sol.
En un artículo escrito para la revista digital
“LiveScience”, Rachael Rettner explica
que la función del sueño es ayudarnos a resolver problemas. Si eso es cierto,
la evolución nos ha proporcionado un mecanismo capaz de solucionar los enigmas
que nos acosan, simplemente durmiendo un rato. El estudio realizado por la
psicóloga de la Universidad de Harvard, Deirdre Barret, presentado en la Association for Psychological
Science, parte de la premisa de que los sueños son siempre “muy visuales” y
contienen una línea argumental cuya naturaleza es casi siempre ilógica. Rara
vez el sueño que recordamos es lógico. Por lo general contienen elementos que
nos resultan fantásticos, extraños, aterradores o inquietantes. ¿Por qué nos
resultan tan raros? Barret cree que “el sueño es en realidad otra forma del
pensamiento, una que tiene lugar en un estado ligeramente diferente al que
posee esta función cuando estamos despiertos. Aunque estemos soñando”, explica,
“seguimos trabajando para resolver los mismos problemas que nos acosan cuando
estamos con los ojos abiertos”. En resumen, pensar estando dormidos es
diferente a hacerlo estando despiertos, por lo que los sueños proporcionarían
una forma diferente -y a menudo efectiva- de encarar los problemas.
Como dice Barret, para elaborar una teoría que explique la
función de los sueños hay que tener en cuenta el camino que el hombre ha
seguido durante toda su evolución. Es muy poco probable que un mecanismo que no
aportase ninguna ventaja competitiva se haya mantenido durante millones de
años, y los sueños no deberían ser una excepción a esta regla. Freud sostenía
que la función de los sueñas era -en pocas palabras- satisfacer nuestros
deseos. Sin embargo, obtener logros en un mundo imaginario, que solo existe
mientras dormimos no parece ser muy útil para ayudarnos en el mundo físico.
Otros investigadores creen que los sueños no son otra cosa que un “efecto
colateral” de la naturaleza humana, simplemente un ejercicio que permite
descansar una parte del cerebro mientras que otras zonas se mantienen activas y
se reponen sustancias químicas indispensables, como los neurotransmisores, y lo
que soñamos es el equivalente mental de una TV que queda encendida sin señal en
su antena.
Pero Barrett sabe de qué habla. Ha pasado los últimos diez
años de su vida estudiando los problemas relacionados con el sueño, y
documentado numerosos ejemplos de estos fenómenos. Naturalmente, ha diseñado
experimentos específicos destinados a comprobar sus teorías. En uno de ellos,
les pidió a un grupo de estudiantes universitarios voluntarios que escogiesen
un problema y tratasen de resolverlo durante las horas de sueño. "Los
problemas no eran de índole científica, sino simples preguntas de las que los
voluntarios desconocían la respuesta. Los estudiantes se concentraban en el
problema cada noche antes de irse a la cama, y luego de unas semana,
aproximadamente la mitad de ellos habían tenido sueños relacionados con el
problema. Aproximadamente uno de cada cuatro tuvo un sueño que contenía la
respuesta", explica la psicóloga.
Este resultado probaría que el enfoque alternativo que
proporciona la forma de pensamiento que tiene lugar cuando soñamos es efectiva,
y que realmente puede ser útil para enfrentar problemas que no podemos resolver
durante el día. Barrett, durante sus experimentos, encontró que podían
abordarse casi cualquier tipo de problemas, desde acertijos matemáticos hasta
problemas relacionados con el arte. Pero casi siempre, lo que mejor podía resolverse
en sueños eran problemas que obligan a las personas a visualizar algo en su
mente, tal como ocurre generalmente cuando un inventor está imaginando un nuevo dispositivo. Seguramente
te estás preguntando dónde encajan en las teorías de Barrett esos sueños
recurrentes que tienes con tías macizas. La respuesta, según la psicóloga, es
muy simple: tienes un problema que tu mente está tratando de resolver mientras
duermes.
Artículo publicado por la psicóloga de la Universidad de Harvard Deirdre Barret, extraido del sitio web: http://www.neoteo.com